Se trata de un ejemplar a escala de un vehículo real, cuya principal característica es la autonomía, justo esa capacidad de avanzar por sí mismo y de eludir los posibles puntos de impacto.
Con este prototipo, los jóvenes comprobaron que construir un dispositivo de este calibre, empleando los recursos más austeros, es una iniciativa accesible, no solo limitada a firmas globales.
El proyecto surge en un momento en el que empresas como Tesla y Uber invierten millones de dólares en la búsqueda de soluciones de transporte autónomas, más seguras y eficientes, las cuales, aunque en una escala mucho mayor, siguen el mismo principio de autonomía del modelo creado por estos estudiantes.
Más atributos
El prototipo resulta exitoso no solo porque es capaz de conducirse solo, sino porque puede hacerlo durante 3 kilómetros, a una velocidad de 5 kilómetros por hora, comentó Juan Ignacio Monge, uno de los creadores.
Él, junto con sus compañeros Allan Alvarado y Rodolfo Guevara son los responsables del ingenioso carro.
“Una de las condiciones del curso era que no podíamos pasarnos de los $200 (¢115.000) y, bueno, el reto era que el carro pudiera darle dos vueltas completas al campus del TEC (ITCR), una distancia de tres kilómetros, y lo hizo”, dijo Monge.
Pero, ¿cómo lo construyeron? Tenían un semestre para hacerlo, con un tiempo efectivo de alrededor de tres meses. Así las cosas, había que distribuir las labores.
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